domingo, 21 de octubre de 2007

Democracia Cristiana ¿un giro a la izquierda?


El V Congreso de la Democracia Cristiana, que se efectuó los días 11, 12 y 13 de octubre, no ha pasado inadvertido en el ambiente político. A diferencia de otros eventos similares, las resoluciones de este congreso pueden marcar el rumbo de la política, no sólo de la colectividad, sino del país. La Democracia Cristiana se atrevió a fijar grandes metas, en un espíritu de verdadera deliberación, que venció la tentación de caer en el típico esquema electoralista y de corto plazo.



El V Congreso se definió como meta la modificación de la Estrategia de Desarrollo Económico y Social del País. Y en este contexto se hace inoficioso plantear, si al definir esta estrategia, la DC se izquierdizó, giro a la derecha o se afianzó en el centro. Si el debate se plantea en términos referidos al espectro político pocos pueden afirmar con certeza quien es quien en el actual escenario, los ejemplos sobran.



Lo relevante es que la Democracia Cristiana chilena ha optado por reencontrarse con lo mejor de su historia, un partido llamado a realizar transformaciones profundas, progresistas, y radicales, como las que pusieron en marcha los jóvenes falangistas en los años treinta y la Revolución en Libertad de los años sesenta. En lo esencial, habría que decir que la Democracia Cristiana sancionó en su Congreso, una formula que pone a la persona humana, la familia y la comunidad, como centro de la sociedad, y un conjunto de importantes reformas en el plano político, institucional, social y económico.



En primer lugar, los democratacristianos asumen el principio del Estado social y democrático de derecho. Esto significa un Estado que no sólo se preocupa del buen funcionamiento de las instituciones políticas, sino que también de garantizar las prestaciones sociales básicas para todos los ciudadanos.



En lo propiamente político, la DC postula una nueva constitución y un renovado régimen de gobierno, en la dirección de un sistema más bien semipresidencial. En ese marco, se promueve el fin del sistema electoral binominal y la modificación de los quórums para reformular la Constitución Política. Se plantea un Estado descentralizado, con la elección democrática de los gobiernos regionales, dotados de presupuestos y facultades reales.



En materia de participación electoral, la DC promueve la inscripción automática (con la posibilidad de desafiliarse de los registros) y el voto obligatorio, además de elecciones primarias universales y simultáneas para que los partidos elijan sus candidatos. Se postula, asimismo, un límite a la reelección de los cargos de representación popular.



En materia económico-social, el término del lucro en la educación subvencionada , la modificación del funcionamiento y estructura del Banco Central, la creación de una AFP estatal y no permitir el ingreso de la banca privada a la administración de los fondos de pensiones. Las propuestas a favor del micro y pequeño emprendimiento poniendo un atajo a la concentración económica. La creación de un consejo económico-social, que institucionalice el diálogo entre las organizaciones sociales y los cuerpos intermedios de la sociedad, implementar la negociación por áreas de la economía, elaborar una nueva legislación laboral que valore el aporte de los hombres y mujeres de trabajo al crecimiento de las empresas y al país. Son los acuerdos de mayor relevancia.



La derecha, cada vez que se plantea corregir el modelo para garantizar mejores oportunidades a los sectores mayoritarios de la población, siente que se afectan sus intereses y se escandaliza. ¡Izquierdización!, izquierdización, algo así como el grito medieval, ¡herejía!, ¡herejía! Pero lo realmente escandaloso y herético es que un privilegiado 20% de la población tenga ingresos 13 veces superiores al del quintil más pobre, colocando a Chile entre los países con la peor distribución del ingreso.



La Democracia Cristiana, con errores y aciertos, es uno de los partidos más importantes del país, y en este su V Congreso ha reafirmado, por sobre el individualismo utilitarista y pragmático, el sentido trascendente de la persona humana, el valor de la familia y su vocación comunitaria. Ha primado la opinión de que hay cambiar, lo que es necesario cambiar, manteniendo lo mejor de sus orientaciones fundamentales y actualizar la forma de hacer política a la luz de los cambios que el mundo, el continente y el país experimentan, en suma, revitalizar su acción asumiendo la difícil tarea de luchar contra la moda depredadora, que sólo piensan en mayores ganancias, sin medir en las consecuencias, socioculturales, medioambientales y humanas.



Quienes representaron a la Democracia Cristiana de Magallanes, participaron activamente en estas deliberaciones, aportando, analizando y discutiendo, fueron intensas jornadas en las distintas comisiones, una experiencia que revitaliza nuestro compromiso, un compromiso de futuro, un compromiso con nuestra región, con su desarrollo, con su gente.



Un viaje de muchos kilómetros comienza con los primeros pasos y el llamado de las bases a darlos de forma valiente y sin complejos fue el signo de este congreso. El mandato que más de mil quinientos democratacristianos de todo el país han dado a la dirigencia es claro. El primer paso ya se ha dado, ahora toca convocar al país a este gran desafió de carácter nacional. El anhelo de tantos hombres y mujeres de una patria grande y justa para todos. El Chile del siglo XXI.





Jorge Vera Oyarzún

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